jueves, 19 de enero de 2012

Luz

Imagina un interruptor, en una habitación oscura, sin ventanas, sin una pizca de luz, está conectado a una lámpara muy luminosa en el centro de la habitación. Click, encendido. Click, apagado. Pero bueno, detengámonos a mirar la habitación con la luz encendida, que la bombilla es de bajo consumo. Vamos a esperar un minuto, que les cuesta encenderse un poco más, progresivamente, se va iluminando todo.  Las paredes tienen un color bonito, y en el suelo, hay un puzzle deshecho, que sus piezas, guiadas por la luz, se van moviendo organizadamente hasta formar el puzzle completo, del que sale una palabra. Justo después, se escucha un latido normal de un corazón, y una voz en off, a su vez, pronuncia la palabra que había aparecido en el puzzle, el corazón se acelera notablemente, y un olor dulce inunda la estancia. Se difunde lentamente, es un viento rosa, una esencia con destellos brillantes, que llega hasta el rincón del otro lado de la habitación, donde duerme una gata, que se empieza a mover cuando el olor penetra en su pequeño cuerpo, y se va estirando hasta despertarse del todo, sale de su capazo, y a cada paso que da, un manto de hierba fresca cubre el suelo por debajo de ella, en unos minutos el suelo está cubierto de hierba. La gata, guiada por su instinto, llega a un extremo de la habitación y empieza a escarbar, hasta dar con una llave dorada, que saca de la tierra y lava en una fuente de agua cristalina, cuando la seca, de repente, aparece una puerta, en la que encaja la llave, la gata abre, y sale al exterior.

Todo muy bonito, eh? Pero lo difícil de todo esto es encontrar el interruptor con la luz apagada si no sabes dónde está (si no, se lo preguntáis a Puchi).

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