domingo, 16 de diciembre de 2012

Farolas

Una de las cosas que peor llevo del mundo es el desprecio de las farolas. Sí, me explico, sales a la calle a comerte el mundo un lunes por la mañana, vas andando tan feliz y de repente, estás en el momento perfecto en el sitio perfecto y la farola que tienes justo encima de la cabeza se apaga.
¿Demasiadas ojeras?
¿Tan mal me he vestido?
¿Se notará que no me he peinado?
Y poco a poco no nos damos cuenta de que las casualidades nos consumen.
(O eso o es que le caigo/caes/caemos fatal a los duendecillos que todo el mundo sabemos que viven dentro de las farolas y las máquinas expendedoras).